silencios de una oveja

Acabará por no ser suficiente.
Siempre es así. Acabaré queriendo más. Hasta que pueda conseguirlo todo.
Quiero saberlo todo. Quiero conocerlo todo.
Y a la vez sorprenderme. Que sea capaz de iluminarme una y otra vez. De enamorarme, volverme a tocar, cantarme, volverme a hechizar.

Quiero sus ojos, su voz, su olor, la luz de su ventana, su letra, su edredón. Quiero pasarme días enteros enredada en su corazón. Que no pueda sacarme de su cabeza durante un rato (pero uno o dos cada día). Que tenga las mismas ganas que yo.

Que me invite a un café con mucha mucha leche condensada y azúcar, y mientras me endulzo, me hable. Y que me cuente todo eso que quiero saber. Dime todo eso que yo no sé. Intenta explicarme que no puedes hacerme comprender ciertas cosas que hay que vivir. Intenta. Pero soy impaciente, quiero saberlo ya. No quiero esperar a cumplir los 25. Ni los 30. Me fascina. Me fascina también cómo te veo ahora, quiero saber cómo has llegado hasta ahí. Y enternecerte cuando veas lo poquito que sé y las ganas que tengo de aprender.

¿Me invitas?
¿A qué?
A un café... :)

Lo sé. Estoy loca.