Forja

Al principio solo piedra. Mineral en bruto. Se saca de la tierra y se limpia, se pule. Poco a poco, despacio, alcanzando el corazón del metal. Transformándose en lingotes, quizá en barras. Unos estarán limpios y puros, otros serán aleaciones, tendrán diferentes propiedades a pesar de ser lo mismo: una materia prima, esperando ser forjada.

Y entonces comienza todo. Poco a poco, despacio, con calma y sin prisa. Golpe a golpe, en el yunque, tomando su forma. Se aplana, primero, a martillazos. Se dobla, se lima, y se vuelve a martillear. Proceso largo y costoso, erróneo si se hace demasiado deprisa. Debe durar lo que debe durar. Con cuidado, con calma, poco a poco.

Y de pronto, un día, la herramienta está terminada. Puede ser una espada, una maza o una lanza. Quizá sea un martillo, quizá unos alicates. Cada una con distintas funciones, a pesar de que son lo mismo... metal. Ahora que están acabadas deben comenzar a desempeñar su función. Las espadas cortarán cabezas y atravesarán corazones. Los martillos clavarán clavos o aplastarán brazos. Los alicates sacarán aquellos clavos.

Ahora se escucha al herrero dando los últimos toques, puliendo los detalles.
Dentro de poco. Se acerca la hora en que la espada saldrá a la batalla.
Creía que las espadas no podían tener miedo..