Llegué a pensar que estaba soñando.
Mi cabeza no podía concebir, en ese momento, algo más hermoso que aquel instante.
Habíamos acabado de hablar, había desahogado con alguien cercano a un desconocido todo aquello que me martirizó durante una larga y cortísima semana al mismo tiempo, y en ese momento, ante tal espectáculo, olvidé que una persona estaba sentada a escasos centímetros de mí, lo olvidé todo. Como tantas otras veces que había salido a cubierta, el viento peleaba con mi pelo e intentaba por todos los medios impedirme ver algo, pero me acomodé de modo que me diera en la cara, para que el cabello fuese hacia atrás. En ese momento me importó bastante poco mi peinado, estar hermosa o no, porque nada podía ser feo con todas aquellas pequeñas cosas que inundaban mis sentidos. Mi cabeza no podía concebir, en ese momento, algo más hermoso que aquel instante.
Fue la luz del amanecer lo que llamó mi atención. No sabía que llevaba tanto tiempo hablando, como para que me sorprendiera de esa manera. Suaves tonos morados primero, iniciaron una danza para dar paso a un anaranjado precioso, se mezclaron para dar lugar a un color que no fui capaz de nombrar. ¿Un sueño? A mi lado, percibí un movimiento, pero no retiré la mirada, no podía, no quería perdérmelo, y es que todo estaba sucediendo a una velocidad pasmante. Los colores extraños se diluían ante mi, mezclándose con el olor de la sal y la sensación de un viento, todavía suave, en mi cara. La sensación de todos los sentidos unidos en uno, observando como una pequeña luz aparecía en el horizonte, reflejando sobre el mar su color, creando nuevas gamas a cada segundo que se elevaba un poquito más. No habría durado más de unos minutos, pero el momento pasó a una velocidad tan lenta en mi mente, que me pareció que el sol se elevaba durante horas. Me pareció extraño que fuese tan redondo cuando debería estar formando sólo medio círculo, cuando recordé que era su reflejo lo que completaba esa perfección y redondez brillante. En poco menos de treinta segundos salió de su escondite y siguió mostrando una cantidad ingente de luz y colores, me pareció haber abierto la caja de un tesoro.
Y pensar que nunca le di importancia al hecho de que saliera el sol todos los días...
Tan pronto como apareció, se marchó la magia. El sol siguió elevándose en el cielo y los colores desaparecieron, la luz amarilla comenzó a cegarme y el cielo se tornó azul claro, hermoso, pero nada en comparación con lo que había contemplado. Volví a ser consciente de que estaba acompañada y sonreí, pues miraba con tristeza un móvil apagado, sin batería. Me dije que una cámara, por buena que fuera, no habría sido capaz de capturar el momento, ni las sensaciones, con la belleza intacta. En realidad lo habría estropeado todo. No quería recordar aquello con una imagen digital. Quería recordarlo en mi cabeza como recuerdo ahora, más de un año después, e incluso las palabras no son suficientes para describirlo todo tal como fue, son solo una aproximación de...
...un amanecer perfecto, un tesoro.
Nunca he llegado a ver un amanecer... No en la realidad...
ResponderEliminarCerca de mí no hay sitio lo suficientemente bello como para poder admirar semejante cosa -.-