alucinante

Situación 1.
Estoy con Laura y Silvia en la plaza de Fuente el Saz, un pueblo que hay al lado del mío. Tenemos varias bolsas de golosinas y dulces, y latas de bebidas.
Termino mi bolsa y mi lata, y me levanto. Le pido a Silvia lo suyo, que también lo ha terminado. Lo meto todo en una de las bolsas de plástico y miro al rededor. Decido a qué papelera ir y me dirijo hacia ella tranquilamente. Tiro la bolsa. Frente a mí, una pareja mayor, dando un paseo. Cuando me doy la vuelta, escucho la voz de la mujer: "Cariño, ¿has visto lo que ha hecho?".

Situación 2.
En el patio del instituto, de camino a la puerta, voy con mi pan de leche en la mano y el papel que lo envolvía en la otra. Cuando nos acercamos a la papelera, veo un cartón pequeño de zumo justo al lado. Me agacho, lo cojo, y junto a mi papel, los tiro a la papelera.
En el banco de al lado, unos chicos me miran con los ojos muy abiertos, y con cara de "eres idiota, ni que tú fueses la basurera".

Situación 3.
Ya fuera del instituto.
Después de terminarme mi batido y Laura su zumo, le pido su botellita y me voy hasta la puerta, unos 10 metros más allá, donde hay unos contenedores. Tiro todo, y me miro en los bolsillos a ver si tengo algo más que tirar. Después de tirar unos cuantos plásticos más, me vuelvo a mi sitio, observando como los profesores que están fumando en la entrada, se quedan anonadados por lo que hice.


Es que... ¿nadie en este país sabe para qué cojones sirven las papeleras?
Bueno, no es que me importe mucho lo que los demás hagan, pero ayer paseando también por la calle, nos encontramos cada x metros litronas junto a bolsas de lo que fuera y latas de cerveza. Y un poco más allá, papeleras.
Existen para algo más que para romperlas y tirarlas calle abajo.

Es que, no puedo dejar de alucinar. Claro, así vinieron los alemanes aquí de intercambio y se quedaron a cuadros cuando comprobaron lo asqueroso que estaba el instituto.
Un comentario me rompió: "Es que parecéis pobres, como no tenéis papel higiénico en el baño..."
Y es que estaba todo pegado en el techo de los baños.

Y lo que todavía me molesta más es que la gente se sorprenda cuando las utilizo.